Desigualdad de género, soluciones reales y medibles

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En Soymás llevamos cinco años trabajando con madres jóvenes vulnerables en La Pintana. Efectuamos una intervención integral de 360 grados, donde las madres aprenden un oficio, reciben apoyo biopsicosocial y terminan sus estudios escolares a través de exámenes libres, donde además pueden llevar sus guaguas mientras estudian.La desigualdad de género la trabajamos devolviéndoles las oportunidades a niñas y adolescentes que han desertado del sistema educativo por la maternidad o por falta de valorización de los estudios escolares y universitarios.

En el apoyo psicosocial, una de las líneas de trabajo más importantes es aportar a la paridad de género mediante el desarrollo personal y socioemocional de las jóvenes. A través de nuestros talleres psicosociales, las jóvenes aprenden a conocerse a sí mismas lo que les permite desarrollar los límites con su entorno; priorizar sus necesidades; tener proyecciones, ambiciones y metas. El impacto de este trabajo socioemocional se traducirá en tener motivaciones personales; sostener relaciones interpersonales saludables; conocer sus derechos; delegar tareas en el hogar, y compartir la crianza de sus hijos/as. Así también, una línea fundamental de nuestro trabajo es el desarrollo de la autoestima y las habilidades de liderazgo de las jóvenes, con el fin de formar mujeres autónomas e independientes económicamente, aspectos clave para la paridad de género.

Desde el área académica se implementan dos líneas de trabajo que, en su conjunto, aportan y complementan la visión de una equidad de género; por una parte, el plan común se conforma por talleres que aportan a que las estudiantes reciban una formación integral, permitiéndose un aprendizaje multidisciplinario que trabaja en la autogestión, autonomía y poder en el conocimiento, poniendo al centro el empoderamiento personal. Asimismo, la línea de oficios se visualiza como un medio para lograr cumplir sus proyectos de vida de forma independiente, siendo el centro la autonomía económica.

Gracias al acceso al conocimiento, las estudiantes mejoran las opciones de opinar, cuestionar y tener un pensamiento crítico frente a sus realidades, y con ello decidir cambiarlas y convertirse en
agentes de cambio.

La violencia la trabajamos a través de terapias focales, donde el primer objetivo es que dejen de normalizarla y vayan desarrollando herramientas para empoderarse, denunciar y dejar de ser víctimas de este tipo de abuso. Trabajar esto en grupo es clave, no solo por los buenos resultados, sino porque está demostrado que para que una mujer salga del círculo de la violencia debe tener redes de apoyo.

En estas cinco generaciones de egresadas, hemos trabajado con más de 400 madres jóvenes y sus hijos; el 100% ha redefinido su proyecto de vida, y el 76% de las egresadas trabaja, estudia o emprende, ya que sabe que la autonomía económica es la libertad para cumplir sus sueños y romper con el círculo de la pobreza.

Dada nuestra experiencia trabajando con las mujeres desertoras escolares, y pensando en aportar a la política pública, creemos que es muy importante que el Ministerio de Educación y los colegios se tomen muy en serio el trabajo emocional de sus alumnos, la salud mental, autoestima, regulación emocional y que desarrollen un proyecto de vida que los motive a estudiar, terminar el colegio y a alcanzar sus metas en la vida, y así evitar la deserción escolar y ausentismo crónico, que son los desafíos más importantes del sistema educativo pospandemia.


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